martes, 18 de junio de 2013

Actores pequeños

Hoy tengo una confesión inconfesable que hacer: hace muchos, muchos años, en el lejano siglo XX, en mi confundida y remota adolescencia... fui actor de teatro en el grupo del instituto. Ahora mismo lo pienso y no me lo creo: ¿en qué estaba yo pensando? Pero el psicoanálisis arqueológico no es el tema del que quiero hablar hoy. Esta revelación biográfica viene a cuento porque la directora de aquel grupo de adolescentes con ganas de actuar era María José Goyache y es de ella de quien quiero hablar.

Prueba gráfica: el de granate soy yo

Cada año había que hacer un nuevo montaje en el taller del teatro del instituto y Mari Jose elegía la obra que íbamos a representar. En ese momento se abría la gran incógnita: el reparto. Quien más quien menos quería tener un papel interesante en la obra. No solo eso, casi todos, lo confesáramos o no, teníamos ambiciones de tener un papel protagonista. Daba igual si era interesante o no, lo importante era estar mucho tiempo en escena. Por eso cuando llegaba el momento del reparto, había morros torcidos cuando se adjudicaban algunos papeles pequeños. Normalmente no había quejas en el mismo momento, pero más tarde, en los ensayos, en el día a día, solía aflorar el reproche, la queja, el desengaño... 

- ¿Qué más da si hoy no voy al ensayo? Total, mi papel es pequeño... 

A eso, respondía Mari Jose: 

- No hay papeles pequeños, sino actores pequeños. 

Que al parecer, es una frase de Stanislavski. Además de aguantarnos con infinita paciencia y ser una gran profesora de literatura y teatro, Mari Jose trataba de educarnos en el más amplio sentido de la palabra. En aquellos años no le hacíamos mucho caso, pero me he dado cuenta que con el paso del tiempo algunas de sus enseñanzas vuelven desde el pasado, con sus palabras, incluso con su voz en el recuerdo, y demuestran cuánta razón tenía. Ella misma me lo demostró participando en "No sé qué hacer contigo" con un papel pequeño que está en pantalla unos diez segundos, pero que da vida a uno de mis momentos favoritos del corto. 



Esa señora del funeral es María José Goyache y en esos segundos demuestra que tenía razón: que no hay papeles pequeños, sino grandes actores capaces de dar vida a un personaje anónimo, fugaz, con más fuerza y autenticidad que muchos protagonistas absolutos. Muchísimas gracias por esa lección, Mari Jose, por tu participación en el corto con esa gran interpretación de un pequeño personaje y gracias de nuevo por todo lo que nos enseñaste, aunque nos resistiéramos.  

( Para ver el corto y votar por él para el premio Canal +: http://meetinarts.com/call/3789?i=4179 )

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