miércoles, 24 de noviembre de 2010

George Orwell es algo más que una plaza llena de yonquis en el centro de Barcelona


Aunque el título es de coña, este post va en serio. Perdóname, pero un título debe atraer la atención del lector, aunque sea un poco engañifla. Todo sea por hacer llegar el mensaje, aunque en esta ocasión sea el mensaje de un muerto. Esto ha sido otra licencia para crear interés. Ahora pongámonos serios y vayamos al meollo.

A veces estás leyendo un texto escrito hace más de sesenta años y te das cuenta de que lo que comenta tiene total validez en la actualidad, como si estuviera escrito para describir una situación presente. Me pasó esta semana con Rebelión en la granja de George Orwell. La fábula de la granja es atemporal y se podrá aplicar siempre que unos cuantos seres humanos se junten e intenten organizarse. Lo llevamos en nuestra propia forma de ser, aunque a muchos no les guste reconocerlo. Eso es algo sabido, y si no lo has leído, te lo recomiendo.



Lo que me llamó la atención, porque no lo esperaba, fue el ensayo titulado “La libertad de prensa”, que aparece en algunas ediciones como prólogo. En él, Orwell explica la situación de editores, periodistas, escritores (intelectuales y artistas en general) en los años cuarenta y lo sorprendente es que se puede aplicar al panorama actual. Creo que merece la pena reproducir unos fragmentos:

- Si los editores y los directores de los periódicos se esfuerzan en eludir ciertos temas no es por miedo a una denuncia: es porque le temen a la opinión pública. En este país, la cobardía intelectual es el peor enemigo al que han de hacer frente periodistas y escritores en general.

- Existe un acuerdo general y tácito sobre ciertos hechos que “no deben” mencionarse. (…) Su origen está claro: en un momento dado se crea una ortodoxia, una serie de ideas que son asumidas por las personas bienpensantes y aceptadas sin discusión alguna. No es que se prohíba concretamente decir “esto” o “aquello”, es que “no está bien” decir ciertas cosas, del mismo modo que en la época victoriana no se aludía a los pantalones en presencia de una señorita. Y cualquiera que ose desafiar aquella ortodoxia se encontrará silenciado con sorprendente eficacia. De ahí que casi nunca se haga caso a una opinión realmente independiente ni en la prensa popular ni en las publicaciones minoritarias e intelectuales.



- Preveo que, cuando este libro se publique, mi visión del régimen soviético será la más comúnmente aceptada. ¿Qué puede esto significar? Cambiar una ortodoxia por otra no supone necesariamente un progreso, porque el verdadero enemigo está en la creación de una mentalidad “gramofónica” repetitiva, tanto si se está como si no de acuerdo con el disco que suena en aquel momento.

- La libertad intelectual es una tradición profundamente arraigada sin la cual nuestra cultura occidental dudosamente podría existir. Muchos intelectuales han dado la espalda a esta tradición, aceptando el principio de que una obra deberá ser publicada o prohibida, loada o condenada, no por sus méritos sino según su oportunidad ideológica o política.  Y otros, que no comparten este punto de vista, lo aceptan, sin embargo, por cobardía. (…) Si la libertad significa algo, es el derecho de decirles a los demás lo que no quieren oír.



Creo que no se puede decir mejor y que hoy en día estamos en las mismas. Los escritores y periodistas consagrados no se atreven a ir contracorriente para no perder su posición, y los aspirantes, no pueden contradecir las opiniones predominantes si quieren abrirse camino. No hay censura, pero hay autocensura. En algunos casos, no hay ni pensamiento propio, pero no estoy hablando eso. Hablo de los cobardes. Los que tienen ideas propias pero no se atreven a exponerlas porque no son las mayoritarias. Cobardes como yo. Yo aún tengo que abrirme camino. ¿Cuál es tu excusa?

1 comentario:

Mr. Endrinas dijo...

Excelente, molan estos textos de hace 70 años que hoy siguen vigentes, de alguna manera consagran al autor y nos dejan al resto, con nuestras supuestas innovaciones e ingenios, en lo que somos, lo mismo pero camuflados bajo alguna otra moda más actual.

Fight the power!

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