Entra
en su vestidor, se quita los guantes y los tira por el canal de la
basura. Se mira en el espejo, está resplandeciente. Ensaya una cara
de consternación. No le convence. Más horrorizada. Bien. Así.
Vuelve tranquilamente al sofá, entre los dos cadáveres, y se sienta
a esperar.
“Tendremos
que matarlo” de Miguel Campion.
#crimen
#viudanegra
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